Sensación de los miembros familiares de personas con adicciones.

Dolor emocional: la sensación de que la persona afectada por una adicción los ha traicionado, rechazado y que no hay un vínculo de afecto.

Es fácil entender porque los miembros de la familia se sienten así, si su ser querido afectado por una adicción se está comportando como si no los amara, no actúa en beneficio de la familia, no los escucha y se niega a cambiar sus acciones para evitarles el dolor.

 

Los familiares de personas afectadas por una adicción generalmente lloran mucho. Puede ser comparable con el sentimiento de que alguien a quien amas profundamente y en quien confías simplemente se aleja y te daña, sin siquiera proporcionar el consuelo de una explicación.

DESCONFIANZA

Debido a que las personas afectadas por una adicción se vuelven expertos en mentir y manipular, los miembros de la familia con frecuencia dejan de confiar en ellos. Por lo general, quieren confiar en ellos, les creen cuando ponen excusas, prometen no comportarse de esa manera nunca más, pero se han decepcionado tantas veces que se vuelve difícil, sino imposible, hacerlo.

Los miembros de la familia con frecuencia se sienten mal por su propia desconfianza, no

solo porque es triste no poder tener confianza en un ser querido, sino porque sienten qué está mal no confiar en una persona a quien quieren profundamente.

Sin embargo, es importante recordar que la confianza no es un derecho que se está obligado a proveer, tiene que ser ganado. Se construye con el tiempo como

una pared, ladrillo a ladrillo, a través de muchas pequeñas acciones como decir la verdad

y cumplir la palabra. La adicción tira la pared abajo. Y los miembros de la familia no pueden arreglar la pared aunque lo deseen; las personas en recuperación tienen que hacerlo ellos mismos demostrando repetidamente que son una vez más dignos de confianza.

CULPA

Los miembros de la familia a menudo se sienten culpables. A falta de otra explicación de las acciones de la persona afectada por una adicción, piensan que tal vez tienen la culpa de alguna manera y que hicieron algo mal. Por supuesto, las personas afectadas por una adicción a menudo juegan y alientan estos sentimientos porque hacerlo desvía la culpa de ellos mismos y les permite evitar confrontar la verdad.

 

Los padres de adolescentes y adultos jóvenes son especialmente propensos a

sentir culpa. La mayoría de las madres y padres intentan criar a sus hijos de la mejor manera posible, y es doloroso ver a un hijo o hija en un camino tan autodestructivo. Además, los padres con frecuencia se relacionan con personas que tienen hijos de edades similares. No importa lo comprensivos que sean estos amigos, si no han experimentado una problema similar, pueden comunicar subconscientemente la idea de que los padres son de alguna manera responsables de lo que les pasa a sus hijos.

Los hijos pequeños de las personas afectadas por una adicción también son particularmente vulnerables a sentirse culpables, y aunque se les repita que no son culpables de los problemas cotidianos y que no causaron su adicción de los padres.

La culpa es a menudo el resultado de simplemente no poder encontrar otra

explicación de las acciones de un ser querido. Cuando alguien a quien amamos comienza

a actuar muy negativamente, y no podemos entender por qué, es muy experiencia muy estresante. Sentirse culpable, atribuirse la culpa a uno mismo pero en realidad puede ser mucho menos incómodo que vivir con la incapacidad de tener una explicación a lo que sucede. Y la adicción, por supuesto, es una condición increíblemente desconcertante. Esa es otra razón por la que es tan importante entender que la adicción es un trastorno del funcionamiento cerebral. Esta comprensión puede ayudar a las familias a dejar atrás la discusión de quién es la culpa y enfocarse hacia la adopción de medidas constructivas para conseguir ayuda para un ser querido.