Esquemas subyacientes.

Los esquemas están formados por recuerdos, emociones, formas de pensar y sensaciones corporales. Se desarrollan durante la infancia o la adolescencia y se elaboran a lo largo de toda la vida. Los esquemas comienzan como una forma de adaptación a lo que nos sucede y son relativamente útiles en ese contexto que rodea en la infancia, pero se convierten en disfuncionales e inexactos a medida que uno crece. Como parte del impulso humano de coherencia, los esquemas luchan por sobrevivir. Desempeñan un rol fundamental sobre el modo en que pensamos, sentimos, actuamos y nos relacionamos con los demás. Los esquemas se activan cuando nos encontramos en contextos que rememoran el entorno infantil que los produjo. Cuando esto ocurre, podemos sentirnos inundados por emociones intensas que producen malestar.

Las trampas vitales.

¿Te atraen las relaciones con personas que son frías? 

¿Sentís que ni siquiera las personas más cercanas se preocupan por vos o te entienden lo suficiente?

 ¿Sentís que existe en tu interior algún tipo de imperfección o defecto que impide que seas querida/o y aceptada/o por alguien que te conozca de verdad?

¿Priorizás las necesidades de los demás a las tuyas de modo que nunca sabés cuáles son tus auténticas necesidades?

 ¿Tenés miedo de que te pueda ocurrir algo malo, hasta el punto de que un ligero dolor de garganta te despierta el temor de una enfermedad mucho más grave?

 ¿Te sorprendés que, a pesar de tener reconocimiento por parte de los demás, todavía te sentís infeliz, insatisfecha/o o desvalorizada/o?

 

Este tipo de patrones se denomina trampas vitales. En el tratamiento se describen y trabajan las las once trampas vitales más comunes y te enseña a reconocerlas, entender sus orígenes y poder cambiarlas

Rendirse, escapar y contraatacar.

Las trampas vitales organizan activamente nuestra experiencia.

Operan de manera abierta y sutil influyendo en la forma en que pensamos, sentimos y nos comportamos.

Cada persona se enfrenta a las trampas vitales de diferente forma. Esto explica por qué los niños educados en un mismo entorno pueden llegar a ser tan diferentes. Por ejemplo, dos niños con padres que abusan de ellos responderán de manera muy distinta. Uno se convertirá en una víctima pasiva y miedosa durante toda su vida y el otro adoptará una actitud rebelde y desafiante, que probablemente le conducirá de adolescente a irse de su casa y a sobrevivir en la calle.

Esto se debe a que nacemos con diferentes temperamentos, que fomentan determinadas conductas, de manera que podemos ser miedosos, activos, extrovertidos, tímidos, etc. El temperamento explica en parte por qué elegimos a uno de nuestros padres para moldearnos a nosotros mismos. Por ejemplo, si la persona que comete abusos elige una pareja con temperamento pasivo, sus hijos tienen dos modelos para seguir: los niños pueden copiar al padre que comete abusos o al padre que es víctima.